Otoño en Madrid. Hojarascas y basuras

hojarascasA veces las imágenes describen mil veces mejor incluso a los vocablos que los definen. En español empleamos las palabras detritos, deshechos, restos… pero eso solo son generalidades que a su vez engloban a elementos muy distintos. Ahí en la foto tienen juntos, por obra y gracia de los tiempos que vivimos y los gobernantes que nosotros mismos nos hemos dado, dos tipos de restos situados en los extremos del arcos. Hojarascas que encarnan toda la belleza del otoño y basuras que son alegoría de las miserias de nuestra sociedad.

Desde luego, esa foto sintetiza muy bien el momento que vivimos. Es otoño en Madrid, en todos los sentidos.

De «Silencio», de Octavio Paz

brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.

Sin estío

Ayer me desperté de última madrugada para encontrarme que había llegado otro tipo de frío. No ese relente previo al alba de verano sino el seco del otoño. Y no me engañaba. Ayer en Madrid el día fue claro, de clima fresco y cielos azules despejados por el viento, de ropa ligera de abrigo. De un día para otro habíamos pasado del verano tardío al otoño pleno.

Este año hemos perdido al estío. Esa estación no astronómica, no reconocida de manera oficial, pero que para muchos de nosotros existe. Unos le llaman el veranillo de San Miguel, otros Indian Summer. Para algunos entre los que me encuentro es el estío. Un tiempo impreciso pero perceptible. Transición entre dos estaciones en la que la luz de los días se va suavizando, en la que los tonos de las hojas pasan del verde al dorado y luego a rojos, ocres, marrones. En el que vas sumando ropa sobre el cuerpo, en el que te encuentras cada vez más a gusto en casa o en el cobijo de los garitos…

Este año no hubo. De verano a otoño en unas horas. Y yo soy de esos a los que les pesa el salto. De los que han echado de menos al estío.