Un taller express de narrativa histórica en Madrid

10965650_10152591407372441_1745251045_nPues, al final, iniciamos los talleres express de literatura en Madrid. En este caso es uno de narrativa histórica, organizado por la asociación Negro Café, con una duración de diez horas, dividido en dos tandas de cinco horas, sábado y domingo por la mañana. Esto de los talleres express es una apuesta que reconozco que me motiva mucho, y les voy a explicar por qué.

Verán. Todo está cambiando, incluso nuestro propio cerebro, por influjo de Internet, según dicen estudiosos muy serios. El caso es que, por razón del régimen de vida que llevamos normalmente, así como por el cambio de hábitos mentales, cada vez dedicamos menos tiempo seguido a cada actividad. Y cada vez me ha ido resultando más patente que hay un número considerable de personas que no disponen de tiempo, o no desean reservarlo, para un taller clásico de una tarde a la semana a lo largo de varios meses.

Y no solo es cuestión de demanda. Los talleres express son otro formato de pegada más intensa, con objetivos algo distintos a los talleres clásicos. Este de histórica con el que vamos a comenzar busca sobre todo dotar de recursos a aquellos que quieren iniciarse o perfeccionar en la escritura de narrativa histórica. Es un taller, no son clases magistrales. Es decir, se trata de que un veterano —un servidor, en este caso— pueda trasmitir su experiencia a otros más nuevos. Vamos, que en un taller no se explica qué son los voltios y los amperios, y sí se enseña a medirlos. Pues en un taller de literatura igual.

Eso no descalifica para nada los formatos tradicionales. Este es otro, que puede ofrecer mucho, y que vamos a empezar a explorar en Madrid y, si no hay tropiezos, pronto en otras localidades españolas. Y lo haremos además, en este caso, con la colaboración de LaCcava, un local del centro de Madrid con una acusada vocación cultural e innovadora.

Podéis ver el temario del taller pinchando aquí.

Y, si queréis más información, siempre podéis escribirme a través de contacto, en esta misma web, o directamente en talleres@negrocafe.org . Consideraos libres de hacer las apreciaciones que consideréis oportunas.

Cápsulas literarias. Taller de literatura gratuito on-line

from-darkness-to-light-please-read_lOs presento mi nuevo proyecto. Cápsulas literarias. Una idea de hacer un taller de literatura, online y gratuito, adaptado a las nuevas tecnologías.

Su base son filmaciones breves en youtube, sin descartar en un futuro otro tipo de material. Su concepto el de taller: teoría la justa y todo recursos, técnicas, trucos del oficio…

La lista de las filmaciones (acabamos de empezar y no llega a la decena, pero crecerá con rapidez, palabra) está en: http://www.youtube.com/playlist?list=PL28nkU4bEzv7Xbxdebwbq2QYc5IwyRWTh

y todo está integrado en el blog capsulasliterarias.wordpress.com

En ambos encontraréis cómo y para qué contactar. Y espero vuestras opiniones, por supuesto.

Mi biblioteca en Utah y yo en Madrid

Dicen que una buena novela no debiera nunca comenzar por el principio de la historia ni acabar en su final. Suscribo esa regla del oficio, que es muy sabia y muy eficaz. Pero esto que escribo aquí no es una novela. Así que en este caso sí que comenzaré por su principio, porque lo tiene.

Ese principio está en el día en que busqué durante horas un libro entre muchos guardados en cajas. Esas cajas están (estaban) en el garaje de la casa de mis padres. Y ese día, al abrir una de tales cajas, descubrí disgusto que algunos volúmenes se estaban deteriorando por culpa de la humedad y los insectos. Ejemplares de tal vez cuarenta años de antigüedad que ya estaban sobados cuando los compré en su día de segunda mano.

Bibloteca volanteEn esas cajas guardaba yo buena parte de mi colección de ciencia-ficción, fantasía y terror. Fui empedernido lector de esos géneros durante décadas y acumulé un gran número de libros. Y ya saben cómo es la vida. A lo largo de los años uno vive mudanzas y se desprende de parte de su pasado, y otra parte la mete en cajas.

Durante tal vez una década, fui regalando un buen montón de libros de género fantástico, pero aun así me quedaba una colección notable. Libros difíciles de encontrar, revistas y fancines, algunos muy antiguos y de los que solo se publicaron unas decenas de ejemplares. Y no iba a dejar que todo eso se siguieran deteriorando así.

No soy bibliómano avariento -¿Cómo lo llamarían ahora? Supongo que bookaholic-. Por tanto, si no podía darles sitio en mi casa, si no iba a leer muchos de ellos nunca más de nuevo, lo lógico era donarlos. E inocente de mí, me puse manos a la obra seguro de que la cantidad de volúmenes y la rareza de bastantes ejemplares despertaría de inmediato el interés de las administraciones públicas competentes.

Claro está que me equivocaba. Hablé en su día con un responsable de bibliotecas de la Comunidad de Madrid. Se mostró entusiasmado, le pareció una gran idea crear una biblioteca de ciencia-ficción y fantasía en España. Se despidió efusivamente. Y nunca más me volvió a coger el teléfono. Durante cinco años lo estuve intentando en varias comunidades autónomas, a través de contactos casi siempre, que es como se hacen las cosas en España. También en varias poblaciones. Siempre sin éxito. Aunque he de aclarar que hubo lugares pequeños que sí se interesaron de verdad, pero por A o por B les era imposible hacerse cargo de la biblioteca.

Y así cinco años.

Hace un par de meses volví por última vez a la carga. Un concejal de una formación de nuevo cuño, en un pueblo de la sierra madrileña, hizo la gestión. Lo intentó pero no pudo ser porque los libros no cabían en la biblioteca local. También se interesaron unos vocales vecinos de esa misma formación en uno de los distritos de Madrid Capital. Por desgracia, el grupo municipal de esa formación pasó del asunto como de comer alfalfa. Será que es más interesante recriminar a la alcaldía por abrir bibliotecas sin libros que mover el trasero para procurar esos libros.

Pero no nos alarguemos. Quiso el azar que en esos días estuviese de paso por Madrid un profesor de hispánicas de una universidad de Utah, especialista y enamorado de la ciencia-ficción. Tramamos contacto hace unos años, cuando se interesó por uno de los relatos que incluí en mi antología Besos de alacrán. Mientras tomábamos un café, no sé por qué salió la cuestión y yo, claro –la cabra tira al monte- me explayé a gusto sobre la burrez de nuestros cargos electos y designados. Él me escuchó, perplejo ante la desidia de los administradores públicos españoles.

Luego me preguntó si estaría dispuesto a enviar todos esos volúmenes a Utah, a su universidad. Aquello me descolocó de entrada, lo admito. Luego me lo pensé unos segundos. Y después dije que sí.

BibliotecaPor supuesto que sí. Verán: yo no soy nacionalista. Yo soy ciudadano de la galaxia y las unidades espacio-temporales de menor envergadura –sistema solar, planeta, continente, país, región, ciudad, barrio- son solo patrias chicas por las que siento mayor o menor afecto. Y entre que mi biblioteca estuviese cuidada y valorada en los Estados Unidos (o en Noruega, o en Sumatra) o que se quedase pudriéndose en un garaje de Madrid, por culpa de que nuestra clase política no se interesa en el fondo por nada que no le sirva para ganar o mantener poltronas, la elección estaba clara. A Utah.

Y ahí está ya, amigos míos. Según mis cuentas a bulto, más de ochocientos libros y más de 200 revistas y fancines. Entre todos ellos, ejemplares como la primera edición en español del Señor de los Anillos, una edición de los años 20 de la Atlántida, de Pierre Benoit, la colección completa de quiosco de Orbis, fancines del tipo Fan de Fantasía, Maravillas o el Combocine que se publicó solo para los asistentes (ciento y poco) a la Hispacón de 1977…

Es curioso pero, mientras llenaba la última caja, entre los volúmenes postreros estaban novelas de Jack Vance y de Iain Bank. Dos autores de cf que han muerto hace unos días. Yo guardaba sus libros para enviarlos al otro hemisferio y ellos partían hacia mundos muy lejanos. Pueden apreciar el detalle en la foto. Curioso, ¿verdad?

Reconozco, mientras guardaba todo eso y mucho más en cajas, que sentí cierta congoja. Sabía que se iban hacia un destino mejor, por supuesto. Pero a mi manera, sentí con mis libros y revistas algo parecido a lo que deben sentir algunos padres en estos días al ayudar a sus hijos a hacer la maleta para irse a Argentina, Noruega o Alemania. Que se van hacia un futuro en el extranjero que en su propia patria le niegan.

Pero ya pasó. Los libros están a salvo en los Estados Unidos y están siendo clasificados para darles el lugar que se merecen. En estanterías de una biblioteca, a disposición del público y los estudiosos. Que no es más que el lugar al que tienen derecho, el que corresponde a los libros.

Adiós al rey de la maravilla

Hace unos días nos dejó uno de los grandes maestros de la ciencia-ficción. Las palabras «grande» y «maestro» se usan con excesiva alegría al hablar de escritores, sobre todo si estos acaban de morir. Pero en el caso de Jack Vance son esas dos, juntas, las que mejor le cuadran. Ha muerto casi con cien años y con una obra extensa a sus espaldas, tanto en el campo de la novela de misterio como en el de la ciencia-ficción, que es por el que será recordado.

Los habrá que dirán que como escritor tenía sus limitaciones y defectos. Es cierto: los tenía. Pero a cambio sus logros son en algunos casos de talla excepcional. Y aquí tanto me da que los «puristas» puedan torcer el gesto. Verán: vivimos en una cultura en la que, por alguna razón, se supone que la excelencia literaria reposa sobre el estilo. Y a su vez el estilo se considera tanto más excelso cuanto más dado sea a las florituras. Es un criterio impuesto a machamartillo por los grandes críticos (grandes según ellos y los círculos a los que pertenecen).

Bueno. Yo soy de los que niegan la mayor.

El estilo es uno de los pilares de la literatura, pero no es su piedra angular, si es que esta existe. Su valor está en función de la capacidad que tiene de trasmitir al lector aquello que el autor quiere contar o evocar. El preciosismo en el estilo puede epatar, puede ser espectacular. Pero ese preciosismo no hace buena a una obra ni define a un gran escritor. Es como en el cine: una fotografía preciosa no hace por sí misma buena a una película.

Jack Vance abrió una nueva senda en la literatura y a lo mejor no somos conscientes de ello. Gracias a él, el wonder sense tomó un significado nuevo. Wonder sense. Un término que se acuñó en época bastante temprana de la ciencia-ficción y que definía el prodigio, la novedad, la extrañeza que acompañaba a las historias de ficción interplanetaria, rebosantes de mundos ignotos, razas galácticas, monstruos y portentos.

Con Jack Vance, el wonder sense se convirtió en todo un recurso literario, algo buscado y cultivado. Y si la ciencia-ficción no hubiera sido considerada un género menor por buena parte de la literatura, así se lo habrían reconocido hace tiempo.

En sus space-operas, Vance exploró y explotó un recurso inédito o casi inédito: buscar trasmitir sensaciones de extrañeza, de ajeno, de otredad. Fue una vuelta de tuerca, una evolución de esas sensaciones que nos trasmitían las primeras novelas interplanetarias o las de género exótico. Ahí donde narradores previos aportaban detalles chocantes que provocaban esas sensaciones, Jack Vance lo convirtió en un recurso literario al servicio de la narración. Solo por eso merecería su lugar en la historia de la literatura, aunque fuese en forma de anotación al margen.

En fin. Ya hemos comentario que vivió una vida larga y fue escritor prolífico. Pero esta no es una necrológica. El que quiera conocer pormenores de la vida y obra de Jack Vance puede encontrarlos en la Red. Yo no es necesario, a la muerte de un autor, glosar lo que ya está disponible en Internet hasta la saciedad. Es mejor algún apunte algo más personal.

Por uno de esos extraños azares de la vida, supe de la muerte de Jack Vance justo cuando estaba embalando mi biblioteca de ciencia-ficción y fantasía. Y justo esa tarde había guardado el primer libro de Vance que tuve jamás entre las manos. Lo saqué de la caja y ahora está aquí, sobre mi mesa. Se trata de Los valerosos hombres libres (The brave free men) y recuerdo muy bien las circunstancias de su adquisición. Lo encontré en una mesa de segunda mano, en la Cuesta de Moyano. La edición era la de Bruguera Libro Amigo y ni el título ni la ilustración tenían nada que ver con su interior. La segunda porque era la de un hombre primitivo con lanza observando una nave espacial posada en el desierto. El primero porque rezaba CIENCIA FICCIÓN Selección 29. Había que ir a la contra para saber que era la segunda parte de una trilogía. Cosas de la edición de la época.

Pese a ser una segunda entrega, me la llevé. Y no me arrepentí. Encontré algo totalmente nuevo en las aventuras de Gastel Etzwane a lo largo del país de Shant y sus cantones de microculturas a cada cual más exótica. Después, a lo largo de los años, fueron llegando muchos más títulos de Vance, unos excelentes, otros no tanto. Reconozco que su lectura me ha dejado un poso muy importante. En sus páginas aprendí algo como lector, la misma lección que tarde o temprano aprende el viajero. Se dice que a menudo importa más el camino que el destino. En muchas novelas de Vance ocurre igual. Es secundario el desenlace y quién es el traidor –uno de sus temas recurrentes- es un tema menor. Importa ese tránsito por páginas llenas de maravillas y sensaciones.

Se ha ido un autor único y lo ha hecho cuando ya su producción estaba cerrada. En tal sentido, el tiempo ha sido bueno con él. Nos deja historias impagables y solo puedo desear que su tránsito le lleve a mundos nuevo bajo soles lejanos, tal como él nos llevó a nosotros con la imaginación.

 

El peso y el tacto de los libros

PesodelibrosSoy tecnófilo confeso. Es más, soy partidario del desarrollo de ebook en todos sus sentidos, desde el técnico al marco legislativo, lo que no quiere decir que deba necesariamente aniquilar al libro en papel. De hecho, hay cosas que solo los libros en papel pueden dar.

Los libros papel tienen una tangibilidad de la que carecen los ebooks, que a su vez ofrecen ventajas que los primeros no pueden. Pero, para un escritor, el momento de abrir la caja que te trae el mensajero, observar y luego tomar entre tus manos un volumen, es algo muy especial. Y es solo posible si ese volumen existe de forma física.

Son pequeños momento. Si duda. Pero lo pequeño a veces ofrece gratificaciones enormes. Dicen que solo un necio confunde valor con precio. Pues tampoco debiera confundir tamaño con peso.

Última Roma. Cómo promocionar una novela en el perfil de twitter

 

 

 

No se sorprendan. Cada vez más, la promoción del libro involucra de forma directa al autor. Es el signo de los tiempos y no sé de qué se quejan algunos, esos mismos que llevan años protestando porque dicen que no se les promociona bien. Ahora tienen la oportunidad de tomar al menos en parte las riendas.

Pero al grano. Aquí ofrezco a todos los que aún no lo conocen una buena forma de promocionarse en twitter. La imagen lo muestra por sí sola. Se trata de poner la cubierta del libro como fondo del perfil de twitter. Cada vez que alguien entre a él, lo verá. Así de sencillo.

Esto lo ideó una empresa estadounidense, lo que le costó al parecer un roce con twitter. Sin embargo, al final aceptaron que era legítimo y no lesivo que hicieran eso. Lo comento porque alguno puede tener la tentación de incluir dirección web, datos de venta, etc. Mejor no. No sea que traspase el límite y se lleve un pescozón. Por lo demás, animo a todos a usar estas nuevas vías de promoción que están demostrando ser de lo más útiles y eficaces.

Última Roma. La «Renovatio Imperii»I.

La renovatio imperii no era ni de lejos eje o siquiera elemento la primera vez que tonteé con la idea de escribir una novela ambientada en la llamada «provincia de Cantabria» en el siglo VI hispano. Pero tal como fueron las cosas (como casi siempre ocurre) al final se convirtió en el eje fundamental, al punto de que lo impregna todo y no se entiende Última Roma sin esto.

¿Qué es la renovatio imperii? En este video, que es parte del Proyecto Última Roma, Javier Negrete, gran amigo y excelente escritor, lo explica a la perfección.

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=wq_NlB85_FI?list=PL28nkU4bEzv5zFzupX-h3y1iJCjd1DK_J&hl=es_ES]

Última Roma. Sobre el booktrailer

Esto es solo un apunte a partir de comentarios de y con amigos que han visto el booktrailer de Última Roma. En efecto, es de gran calidad, ritmo endiablado, conjunción perfecta entre rótulos, imágenes, música… y despierta el apetito por la novela, que es de lo que se trata. Eso no es casualidad y sí que ha sido realizado por Pedro Luis Barbero, director de cine y televisión con experiencia de más de dos décadas en el mundo profesional de lo audiovisual.

Y la reflexión es que, en el tema de los booktrailer y hasta donde se pueda, en España debíamos ir superando la etapa del amateurismo. Y sobre todo tener bien claro lo que buscamos. Debemos confiar el booktrailer a profesionales, al menos cuando se trata de usarlo como una herramienta de primera línea en la promoción del libro, que es el caso. Es lo que hacemos con el diseño de cubiertas, con las ilustraciones, los mapas o la maquetación. No me meto con los casos en los que el booktrailer es una extensión de la novela, un empeño personal del autor que acompaña a la obra escrita. Pero si va a ser uno de los arietes de la promoción, se necesitan profesionales. ¿Cuesta dinero? Sí, claro. Y también un corrector profesional.

Por mi parte, confieso que no solo no tengo ni idea del lenguaje audiovisual, tan distinto a veces del literario. Que yo escriba (eso dicen y yo, vanidoso de mí, me lo creo a pies juntillas) buenas novelas no quiere decir que sea capaz de hacer una buena película, corto, documental o booktrailer. Por eso esto se ha puesto en manos de un profesional, que creo que es lo que hemos de hacer. Vean ustedes los resultados.

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=PTkK3zYCSNA&w=560&h=315]

Última Roma o cómo evitar que el lector caiga en ciertos tópicos.

Source: via León on Pinterest

Al extenderme sobre Última Roma no quisiera que todo el aparataje tecnológico me hiciera olvidar comentar la parte literaria. No solo porque sea ante todo una novela. También en lo literario hay cierta carga experimental.

No se asusten con lo de «experimental». Pero lo mismo que a la hora de incrustar a la novela en Red hemos buscado soluciones, he tenido que hacer lo propio debido al tema y al argumento. Por experimentar entiendo buscar cauces, adoptar decisiones no habituales para lograr una mayor eficiencia de la narración.

Un primer ejemplo. Última Roma se desarrolla en la segunda mitad del siglo VI, en Hispania. Uno de sus centros de gravedad es la ideología de la restauratio imperii. El afán por reconstruir el imperio romano de Occidente que, incluso un siglo después de su caída, animaba a muchos en los antiguos territorios imperiales.

Hispania era en aquella época una tierra post-romana. Muchos de sus habitantes se consideraban ciudadanos romanos y otros habían vuelto al viejo tribalismo. Regían leyes romanas, se acuñaba moneda romana… Pero, si uno pronuncia palabras como «Leovigildo» o «visigodos», ¿qué ocurre? Que la cabeza se nos va a la imaginería medieval. Y encima a la de la del Cid de Samuel Bronston, no a la real.

Esos anclajes existen y hay que tenerlos en cuenta. Y me pusieron en un apuro a la hora de iniciar la novela. Lo lógico habría sido arrancar en un punto conocido, la corte de Toledo, por ejemplo. Y de ahí guiar al lector a pueblos y personajes más exóticos. Eso de partir de lo conocido para entrar en lo ignoto es un buen recurso. Pero en este caso no era posible. Los tópicos inculcados habrían arruinado las atmósferas, las sensaciones de otras épocas que trato de trasmitir en Última Roma.

También podría hacer llegar a alguien de un lugar lejano. Sí. Eso se ha usado con mucha fortuna en el cine. Recuerden esas películas estadounidenses donde alguien, partiendo de una escena inicial en el Este, aterriza en el mundo de los indios. Excelente forma de rehuir los tópicos del cine anterior sobre estos últimos. Pero el cine es otro lenguaje. En un libro no podemos provocar el choque de impresiones que consigue el cine con una sola escena. Tenemos otros recursos, pero ese no. Lo que en cine sería un salto impactante, en una novela se convertiría en un comienzo lento y tedioso.

Para no extenderme:

Opté por comenzar con una escena en las costas del noroeste, entre britones, un pueblo fascinante pero desconocido para el lector medio. Y seguir con otra escena entre romanos de Oriente en la muy romanizada Corduba, entonces en poder de visigodos. Estos últimos aparecen tarde, de forma que para entonces ya ha habido tiempo y páginas de evitar el peligro antes señalado.

¿El riesgo? El obvio: que el lector no está en las primeras páginas tan «aterrizado» como es en los últimos tiempos de rigor. Pero había que asumirlo. A eso me refería con experimentar: a buscar soluciones distintas para cuestiones que no pueden resolverse mediante recursos que sí son eficaces, mucho, en condiciones normales.

No me extiendo más. Entregas tendremos de ir comentando más detalles como este. Creo que quienes van a leer la novela merecen conocer parte al menos de su intrahistoria. ¿Y qué mejor lugar para contarlo que este blog? Hay que agradecer con actos a los amigos que tienen la deferencia de visitarlo y leerlo.

Última Roma. Los britones

Este es un apunte argumental que no me puedo resistir a colocar. Los britones: esos exiliados de las Islas Británicas, artúricos podíamos llamarlos, que emigraron huyendo de los sajones y los anglos para asentarse en las costas gallegas y asturianas, donde mantuvieron una entidad diferenciada hasta bien avanzada la Edad Media. ¿Cómo no iban a entrar en la novela? Lo que me extraña es que no se hayan usado más, porque son un elemento tan fabuloso de nuestra historia que ofrecen posibilidades novelísticas enormes.

Y aquí os dejo el vídeo. Uno de los 20 producidos para la novela, enlazados mediante QR. En la próxima entrada hablaremos de ellos, de los subtítulos, del trabajo de producir la que quizá es la primera serie de videos para smartphone, adaptados a sus peculiaridades. Pero ahora, los britones.
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=wCFTBRBOE8w]