Anónimo, del Romancero.

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¿Dónde vas el caballero

dónde vas, triste de ti?

que la tu querida esposa

muerta está, que yo la vi.

La señas que ella tenía

bien te las sabré decir

su garganta es de alabrastro

y sus manos de marfil.

Una respuesta a «Anónimo, del Romancero.»

  1. El vio pasar por ella sus fantasmas.
    Ella se estremeció de ver en él sus fantasmas.

    Él no quería perseguir sus fantasmas.
    Ella quería creer en sus fantasmas.

    Montó en ella, corrió tras sus fantasmas.
    Ella lloró por sus fantasmas.

    Gabriel Zaid

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