De madrugada, a medialuz

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Anoche quedamos a tomar una copa. No pasas buena época, se acumulan los problemas y las incertidumbres, y me hablabas de todo ello, entre vasos y pitillos. Mientras me lo contabas, me fijé en cómo se te formaban un par de arrugas en la frente. No dije ni palabra al respecto, porque soy así de imbécil; pero, mirándolas, me parecieron muy hermosas. Me sorprendió a mi mismo que así fuese, pero juro que es como lo cuento. Tal vez lo que ocurre es que es necesario que el tiempo le haga rodar un poco a uno, para que pueda apreciar ciertos detalles.

Una respuesta a «De madrugada, a medialuz»

  1. las arrugas embellecen… ¿acaso lo dudabas?

    Si descubres en alguien una de esas, en un momento de confidencias, te arrancan una sonrisa nostálgica…

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