Una nueva etapa

Bien, amigos. Con esta entrada iniciamos una nueva etapa de Las islas sin nombre. La tercera en concreto. Cada una de ellas ha sido algo distinta y ha estado marcada por mudanzas. Tras una primera fase en un alojamiento propio, mudé el blog a wordpress.com por las ventajas que en aquel momento daba respecto a los alojamientos de baja gama. Y ahora vuelvo a alojamiento propio porque las prestaciones y las posibilidades, gracias por ejemplo a los plugins, son enormes.

Ya en la primera mudanza perdí gran cantidad de fotos y no sé si podría salvar las que hay ahora en el blog, al estar alojado en wordpress.com y no poder usar un plugin de exportación. Así que me he decidido por dejar todo ahí, que ahora es la dirección lasislassinnombre.wordpress.com y que por supuesto todavía se puede visitar (por ejemplo, simplemente pinchando sobre el nombre que les he puesto). Es mejor así.

Porque esta mudanza se acompaña de un cambio a la hora de concebir mi blog. Las islas sin nombre, a lo tonto, tienen ya alrededor de 13 años y muchas cosas han cambiado desde que lo abrí. Por ejemplo, aparecieron y se desarrollaron las Redes Sociales. Y eso, entre otras cosas, hizo que ya no se necesitasen los blogs para colgar «material efímero». Es decir: comentarios, apuntes, pequeñas reflexiones rápidas, también fotos sueltas acompañadas por un comentario mínimo. Todo eso se puede colgar desde hace años en las Redes Sociales con mayor efectividad.

Estoy siempre metido en tantas cosas que soy errático en algunas iniciativas, lo reconozco. A ver si soy capaz de llevar en serio varias aventuras, como la de los podcasts, que me apetecen mucho pero que se van quedando en cola y al final aparcadas, justo por lo dicho de que ando metido en muchas cosas. También me voy a levantar el veto que me puse a mí mismo de no hablar de ciertos temas, como política. En estos años he aprendido que la política es parte de la vida y que, de hecho, influye de manera drástica en nuestras vidas.

En fin, que vamos a esta tercera fase y, si ven que flaqueo, abandono o doy tumbos en ciertos temas, tienen mi permiso para reprochármelo. Y bienvenidos a mi blog.

A ver si nos aclaramos: seudónimo vs heterónimo

La gente se lía mucho. Un seudónimo es un nombre falso que suele usarse para ocultar una identidad. En artes, sobre todo en la escritura, se emplea en aquellos casos en que el autor escribe una obra que piensa que podría dañarle en su vida personal o social. Libros escabrosos se han escrito así. También se emplea para protegerse de represalias profesionales o condenas sociales. Y, desde luego, en nuestros días, hay algún personaje siniestro que lo utiliza para escribir artículos de prensa online sin dar la cara (cosa que a mi juicio debía estar prohibido: a nadie se le ocurre que alguien vaya a una tertulia televisiva encapuchado y se ponga a insultar y a denigrar a diestro y siniestro, por ejemplo).

Vamos, que el seudónimo, por razones comprensibles unas veces e ilegítimas otras es una pantalla, una máscara tras la que se oculta el autor de un artículo o una obra.

El heterónimo es un nombre distinto que usa de manera abierta una misma persona. Se emplea para deslindar entre la esfera pública y la personal, porque suena mejor o incluso por capricho. Hay una gran diferencia entre un nombre falso (seudónimo), que enmascara la identidad real de quien lo usa, y un nombre diferente (heterónimo) que usa alguien de manera abierta sin ocultar su identidad.

El que esto escribe emplea un heterónimo, León Arsenal, y no es ningún secreto justo porque es un heterónimo. Por eso me resulta pintoresca la manía de algunos de andar aireando junto con el heterónimo mi nombre legal. Es como decir que, aunque visto traje en actos formales por casa ando en chanclas. Es innecesario y a veces pueril. Como si yo fuera el primero al que se le ocurrió usar heterónimo. Pero en fin.

Ocurre que la gente usa seudónimo para todo, lo cual tampoco es tan grave porque las palabras cambian de significado y a veces adquieren un sentido amplio aparte del estricto. Lo chusco es que no entiendan la diferencia. Y que encima hagan la gracia de violentar la privacidad para la cual se inventaron los heterónimos. Privacidad no de ocultación, pero sí de uso de nombre en público.

Los piratas de libros y el Arma Definitiva

FireShot Capture - la boca del nilo - Libros en Google Play_ - https___play.google.com_store_searchEn estos días estamos viviendo un episodio que podríamos calificar de piratería editorial masiva. Un particular o empresa que se identifica como «fryha-editor» se está dedicando a subir ebooks de diversos autores y editoriales a la tienda de Google play. No solo lo hace sin tener esos derechos, sino que los vende más baratos que los legales y, además, hace figurar como autor de todos a ispanyolca. Un listado no exhaustivo de los libros se puede ver pinchando sobre el nombre. Digo no exhaustivo porque en ese listado no figuran muchos más títulos, entre ellos tres míos, como se puede ver en uno de los pantallazos que acompañan a esta entrada, en el que se ve el libro legal publicado en Kokapeli y al lado el fraudulento, robado por cierto a la antigua edición de Edhasa a la que además han tapado el logo.

Esto ocurre desde hace días y de hecho, el pirata está subiendo nuevos títulos todos los días y engrosando a gran velocidad su catálogo fraudulento. El caso es que varios autores hemos denunciado, y supongo que habrá editoriales que han hecho lo propio, sin que haya habido reacción de Google play de momento (lo cual no quiere decir que no la vaya a haber). También le oído y leído unas cuantas salidas de tono al respecto, por lo que aprovecho para comentar cual es la situación y cuáles son los pasos que se pueden dar en estos casos.

Si se detecta un caso como este, lo primero es denunciar el caso a la propia plataforma. La ley de Servicios de la Sociedad de la Información (LSSI) establece de modo muy claro que ningún medio ni prestador de servicios tiene responsabilidad en una infracción (sea piratería, comentario injurioso, pornografía, etc.) si no ha sido avisado. Es lo razonable. No puede ser que alguien se vea en un lio legal porque cualquier anónimo cuelgue una calumnia sobre alguien en los comentarios de, por ejemplo, un blog. Tendrá responsabilidad si, habiendo sido avisado, no hace nada para remediar la situación.

FireShot Capture - İspanyolca - Libros en Google Play_ - https___play.google.com_store_books_authorAsí pues, el primer paso es usar el formulario de denuncia de Google play. Yo lo he hecho y, aquí, un consejo. Quejaos en inglés. Yo presenté primero la queja en español y no recibí respuesta. La segunda lo he hecho en inglés y he recibido el siguiente mail de confirmación de recepción

Así pues, la plataforma está avisada. De momento no ha retirado los libros pirata, pero eso no significa nada. Tampoco es razonable que, ante denuncias, se actúe sin comprobar. Daría pie a que cualquiera denunciase de manera falsa causando perjuicios considerables a gente inocente.

Bueno. Pero ¿qué pasa si un prestador de servicios no actúa? Pues hay varias vías. Se puede denunciar ante la Sección II de la Comisión de la Propiedad Intelectual, bien uno mismo o bien a través de organismos como CEDRO. Esa Sección II, tras examinar el caso, puede ordenar que se cierre la web, en caso de estar en España, o que se bloquee su acceso, en caso de operar en el extranjero. Nunca he recurrido a la Sección II, por lo que no puedo opinar de su rapidez o eficacia.

En este caso, entiendo que hay más cauces. Quien sea que está haciendo esto, no está cometiendo una infracción relacionada con la difusión pública de la obra. Se está lucrando de su venta ilegal, directamente, además de robar la autoría de los libros. Esos son delitos punibles. Y lo está haciendo con gran número de obras, con lo que entiendo que procede denunciar ante la Unidad de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacional y/o en el Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil. Y supongo que en aquellas regiones con policías autonómicas habrá también unidades especializadas en estos delitos.

Pero, además de eso, queda el ARMA DEFINITIVA. Porque verán: Para registrarse en Google Play hay que dar datos personales, CIF y una cuenta donde se ingresa el dinero. Y esa cuenta tiene que tener titular. Todo ese dinero se está ganando de manera fraudulenta y es de suponer que sin seguir las leyes. Por tanto, entiendo que es posible denunciar el caso ante Hacienda. Sí, han leído bien. Hacienda. Mal enemigo, señores.

Que se vea este pirata las caras con Hacienda y verás qué rápido le ajustan las cuentas. Con Hacienda hemos topado. Nunca debiste cruzar este Misisipi, forastero.

La gente no sabe lo que tira

2014-09-17 21.16.43Ahora que va anocheciendo antes, bajaba corriendo a hacer una compra de última hora, cuando me he topado con ese tesoro que muestra la foto. Alguien los dejó abandonados junto a los cubos de basura. Apilados sobre un pollete, eso sí, por si alguien podía quererlos. A veces hago yo lo mismo con libros que me sobran. ¡Tebeos antiguos! ¡Y qué tebeos! Dossier Negro, Cimoc, Totem…

Los tebeos de mi adolescencia y sin duda también del que los abandonó, porque también había dejado libros del colegio más que obsoletos y un archivador con partituras, tal vez residuo de una vocación musical abandonada. He dudado dos instantes, uno porque me iban a cerrar el super y otro porque nos hemos vuelto demasiado pudorosos a la hora de coger cosas abandonadas. ¡Pero qué diablos! Los tebeos en brazada y para casa. Ya compraré en algún chino, que abren hasta las doce, y si algún vecino maliciado -casi todos son buena gente- me ve cogiendo de la calle, que piense o diga lo que le venga en gana.

Esos tebeos valen un dinero, pero no me los he llevado por eso. Son, como he dicho, los tebeos de mi adolescencia. Ahí en la pila dispersa pueden ver un Dossier Negro que fue, cosa curiosa, mi primer encuentro con lo lovecratftiano, pues la historia que refleja la ilustración de la portada va de un mundo subterráneo habitado por Shoggots. Lo que son las cosas…

Es un ejemplo. En fin, lo dicho, que la gente no sabe lo que tira. No, no lo sabe. Pero quizá así a veces es mejor.

Última Roma. Cómo promocionar una novela en el perfil de twitter

 

 

 

No se sorprendan. Cada vez más, la promoción del libro involucra de forma directa al autor. Es el signo de los tiempos y no sé de qué se quejan algunos, esos mismos que llevan años protestando porque dicen que no se les promociona bien. Ahora tienen la oportunidad de tomar al menos en parte las riendas.

Pero al grano. Aquí ofrezco a todos los que aún no lo conocen una buena forma de promocionarse en twitter. La imagen lo muestra por sí sola. Se trata de poner la cubierta del libro como fondo del perfil de twitter. Cada vez que alguien entre a él, lo verá. Así de sencillo.

Esto lo ideó una empresa estadounidense, lo que le costó al parecer un roce con twitter. Sin embargo, al final aceptaron que era legítimo y no lesivo que hicieran eso. Lo comento porque alguno puede tener la tentación de incluir dirección web, datos de venta, etc. Mejor no. No sea que traspase el límite y se lleve un pescozón. Por lo demás, animo a todos a usar estas nuevas vías de promoción que están demostrando ser de lo más útiles y eficaces.

Última Roma. Los britones

Este es un apunte argumental que no me puedo resistir a colocar. Los britones: esos exiliados de las Islas Británicas, artúricos podíamos llamarlos, que emigraron huyendo de los sajones y los anglos para asentarse en las costas gallegas y asturianas, donde mantuvieron una entidad diferenciada hasta bien avanzada la Edad Media. ¿Cómo no iban a entrar en la novela? Lo que me extraña es que no se hayan usado más, porque son un elemento tan fabuloso de nuestra historia que ofrecen posibilidades novelísticas enormes.

Y aquí os dejo el vídeo. Uno de los 20 producidos para la novela, enlazados mediante QR. En la próxima entrada hablaremos de ellos, de los subtítulos, del trabajo de producir la que quizá es la primera serie de videos para smartphone, adaptados a sus peculiaridades. Pero ahora, los britones.
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=wCFTBRBOE8w]

Última Roma. Pionera en Bookteasers

Ahora que empezamos la promoción de la novela Última Roma, en las fases previas al lanzamiento, previsto para el 5 de noviembre, nos hemos atrevido a lanzar un teaser de la novela. Pero un teaser de verdad, no un booktrailer soltado antes de la edición. Esto es nada común o inexistente, al menos en España, y no parece haber tampoco gran cosa fuera de ella. Me explico:

Un trailer es más explicativo, más largo, introduce al espectador/lector en la obra, aunque no hace falta destriparla, claro. Un teaser es breve y no busca contar nada sino despertar la atención de ese espectador/lector. La idea de lanzar algo así ha sido, claro, de Pedro Luis Barbero, que se ha ocupado de todo el área audiovisual de este Proyecto Última Roma. Porque hay un «Proyecto Última Roma» y tiene toda un área audiovisual. Pero para la explicación del proyecto, que es una sorpresa que esperamos resulte muy grata, tendréis que esperar a la semana que viene.

Entre tanto, aquí tenéis el teaser. Bookteaser, algo en lo que, como en otros campos -como la semana que viene comprobaréis-, nos podemos considerar pioneros con Última Roma. Pioneros en el sentido de los primeros en explorar sus posibilidades reales.

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=C7MY_qfngAk]

El plato del vecino y la casa de todos

Hoy cumplo 52 años. Recuerdo una superproducción olvidada y olvidable, Nicolás y Alejandra, en la que un personaje comenta: Últimamente lloro mucho, será que me hago viejo. Yo no soy de lágrima fácil, tan viejo no soy. Pero ayer mismo oí una historia que me conmovió y me llenó de congoja.

Fue hace un par de días en Levante. Le ocurrió a un hombre al que no le va mal en la vida, sin que por eso sea rico. Aparte de su trabajo, tiene unas tierrillas cerca del pueblo y, siempre que hay algo que hacer allí, manda a sus hijos y a cambio les da unos euros a modo de jornal. Pretende inculcarles que el dinero no es gratis, que hay que trabajar para ganarse el pan.

El otro día mandó a uno de sus hijos a desbrozar. El chaval le pidió que mandase en vez de a él a un amigo y le pagase esos pocos euros. Cuando el hombre, perplejo, preguntó el por qué de esa petición, el chico le dijo que su amigo hoy no había comido porque su madre no tenía nada que cocinar. Les recuerdo que esto debió suceder el 28 o 29, ultimísimos de mes. A saber en cuantas casas para esas fechas ya están las cuentas del banco yermas y las neveras vacías.

El hombre accedió de inmediato. Su esposa mandó al hijo a buscar al amigo, a que le invitase a comer para discutir mientras el asunto del trabajillo en la finca. Así podían darle de comer sin avergonzarle a él ni a su familia.

Así estamos, amigo. ¡Cuán hondo hemos caído y qué rápido! Miramos atrás, a menos de un lustro, y nos preguntamos cómo hemos podido llegar a esto. Pero no podía ser de otra forma. Dejen que le cuente otra historia real.

El padre de un amigo fue durante mucho tiempo empleado en un hotel de postín. Un día, los dueños decidieron venderlo a unos inversores que querían reconvertirlo en edificio de apartamentos gran lujo. A la hora de negociar los despidos, a los delegados sindicales les faltó tiempo para aceptar mordida y vender a aquellos a los que debían representar. A cambio de una indemnización y recolocación, firmaron condiciones míseras para el resto de sus compañeros.

Decía este amigo resignado que se veía venir. Que esos delegados eran los garbanzos negros de la plantilla: los más vagos, los que mangaban en el bote del bar; que se habían metido a delegados para currar menos. Atónito, le pregunté cómo esos trabajadores habían permitido que una escoria así los representantes. La respuesta fue muy española: mi padre, ya sabes, es de los de antes. De los que siempre han creído que uno tiene que ser honrado, trabajar y no meterse en líos de sindicatos ni de políticas.

Ese suceso es buena metáfora del lío en el que nos hemos metido.

Vivíamos y trabajábamos en un lugar lujoso, lleno de trenes ave, aeropuertos, administraciones públicas redundantes, turismo humanitario a costa de las arcas públicas, pelotazos inmobiliarios, sueldos públicos de escándalo, dinero a espuertas, oropel y vanidad.

Pero un día se acabó todo. Y descubrimos que lo que creíamos nuestra casa es en realidad un hotel. Que seríamos maîtres o seríamos el que saca la basura, pero aquí somos todo empleados. Si acaso inquilinos de paso. Que esto tiene dueños, aunque no asomen por el negocio. Y para ellos no somos nada. No es que estén mal dispuestos para nosotros. Ni eso. Sienten tanta animadversión contra nosotros como nosotros contra la vaca que nos comemos en forma de solomillos.

Y aquellos de los nuestros que debían representarnos, los que tenían que velar por nuestros derechos e intereses, se dedicaron a trapichear con los dueños. En unos casos porque eran los propios dueños disfrazados, en otros sus esbirros y los había que querían llegar a ser parte de la clase de los dueños.

Y lo peor de todo es que lo sabíamos. Pero unos no hicieron nada. Otros no hicimos lo suficiente. Otros cerraban los ojos y no querían ver la verdadera naturaleza de cierta gente (de hecho muchos siguen con los ojos bien cerrados). Y por supuesto, está esa gran masa de población que forma clientelas territoriales o de otro tipo. Voto cautivo que siempre será sumiso a sus amos pues temen perder con cualquier tipo de cambio.

Así nos ha ido y así estamos. ¿Conocen el cuadro de Goya llamado Visión Fantástica? En él, aparecen unos jinetes a los que por un lado apuntan unos soldados con uniforme francés y por otro son acechados por dos personajes voladores. Al fondo, hay una muela con un edificio enigmático en lo alto.

Siendo yo un chaval de la edad de ese que comió el otro día gracias a la generosidad de sus vecinos, la profesora de Arte nos dio una explicación. Los jinetes somos los españoles. Los españoles, transitando siempre entre la amenaza de la tiranía (los fusileros) y a la sombra de la superstición y la ignorancia (los seres voladores,) a la busca de metas lejanas (ese edificio sobre la roca). No sé si será verdad, porque luego he leído interpretaciones muy distintas. Pero a mí me vale. Es buena alegoría de lo que somos.

En fin, tenemos que ser ciudadanos y no súbditos, y para ello hemos de liberarnos de viejas y nuevas supersticiones. Estamos como estamos y no tiene vuelta de hoja. Pero si hay remedio. Lo que importa ahora es hacia dónde vamos. Y, sobre todo, hacia dónde queremos ir. ¿Hacia dónde queremos ir? Para tener derechos hay que asumir los precios. La libertad nunca es gratis o siquiera barata. ¿Lograremos esta vez ser ciudadanos, pero ciudadanos de los de verdad, de verdad libres y de verdad responsables? Ya veremos. Ojalá que ustedes y yo por fin lo veamos.

Todas las noches

Lo peor de los vampiros es su arrogancia. Algo que, por cierto, suele acabar por perderles. Se jactan de su naturaleza mortífera, de su vigor sobrehumano, de ese magnetismo de serpiente suyo. Presumen de ser parte de una especie distinta, más noble y superior, que se alimenta de un rebaño llamado Humanidad. Esa es una de las razones por las que les cazo.

Pero la principal es que en el fondo esos espantajos cadavéricos no son más que deshechos del género humano. Uno de tantos grupos de marginales terminales, orgullosos de su condición. Más letales, eso sí. Pero digan lo que digan, son carroñeros nocturnos. Condenados a una existencia miserable, sin amigos ni amor. El mismo remedo de vida que arrastro yo desde que probé los besos afilados de esa que se hacía llamar Pilar.

Han pasado años y años, y desde aquella noche nuestros caminos no han vuelto a cruzarse. No importa. Tenemos toda una eternidad de noches para encontrarnos. Una eternidad de noches. Eso me susurraba ella al oído cuando yo la hablaba de amor. Solo más tarde, convertido ya en un monstruo casi inmortal, pude entender cuán sardónica era esa expresión puesta en sus labios.

Pero antes o después ella volverá. Volverá. Cualquier noche coincidiremos en algún local de moda, de los que a ella le gustan, abarrotado de gente. Cruzaré la penumbra laminada por el humo y allí la descubriré, mi mitad de la multitud. Parada, con su tez blanca, sus ojos brillantes y esa boca hermosa de boca cruel.

Entonces probará la colección que he ido reuniendo para ella. Cuchillos, tenazas, sopletes. Tengo casi de todo. Estacas de madera no. Eso mata.

Los vampiros sanan a cualquier herida, no importa lo atroz que esta sea. Se sienten más que orgullosos de esa capacidad. Pero, como casi todo en esta o en la otra vida, eso tiene dos caras. Y eso es algo que podrá comprobar ella en carne propia, noche tras noche, gracias a mi colección. Porque tenemos una cuenta que ajustar.

Y toda la eternidad para hacerlo.